Manuel Beltrán: “Se puede tener la talla 44 y ser un ‘pibón'”
Con veinte años de experiencia, por las manos del representante malagueño han pasado los modelos más guapos de Málaga
Manuel Beltrán defiende que las medidas perfectas no son 90-60-90 :: Yhasmina García
A los 16 años un cazatalentos le invitó a hacerse modelo, «pero mi belleza no da para tanto y acabé siendo representante», cuenta entre risas este profesional con 20 años de experiencia por cuyas manos han pasado los más guapos de Málaga. ¿Su plan perfecto para el verano? Perderse en un chiringuito y darse un atracón de espetos.
-20 años formando a modelos en Málaga dan para mucho ¿no?
-Mucho. Muchas misses, modelos profesionales y, sobre todo, muchos amigos, de lo que me puedo sentir especialmente contento.
-Juan García, Elisabeth Reyes… ambos han pasado por su escuela, ¿cómo se cocina una Miss/Míster? ¿alguna receta?
-Pues se cocina lentamente, sabiendo ir al sitio adecuado en el momento adecuado. Ser guapo no basta. Yo pienso, por ejemplo, que un Míster tiene que salir con 22 o 23 años, y una Miss a partir de 20 años. Eso de que te nombren con 17 como a Sofía Mazagatos, que a la pobrecita se la comieron, es un error. A una Miss hay que fraguarla, cuidarla y prepararla para que tenga un bagaje que le permita dar de sí ese título.
-Raro es el certamen de belleza que escape de la polémica, ¿por qué siempre esa nebulosa?
-He de reconocer que yo anteriormente a que salieran Juan y Elisabeth también tenía ciertas dudas creía que sí que podían estar comprados en cierto modo, pero confirmo que no es así. Ellos ganaron por su belleza y profesionalidad.
-En alguna ocasión ha dicho orgulloso que de Málaga ha salido una de las mejores canteras de modelos del país. ¿Hay relevo?
-Pues sí. El problema de hoy día es que hay demasiada gente volviendo locas a las chicas y están un poco perdidas. En mi caso, tengo una tanda de cuatro o cinco que si no llegan a Miss Mundo les faltará poco.
-¿Málaga es guapa?
-Por supuesto. Guapa y elegante. Tenemos la prueba con nuestra Amparo Muñoz en el año 74 y nuestro Juan García en el 2007.
-¿Qué siente uno cuando le llaman y le dicen que va a ser malagueño del año?
-¡Uy, pues muy muy contento! Hasta se me ponen los pelos de punta de recordarlo. Puedo decir a boca llena que soy profeta en mi tierra.
-¿Cómo se cruza la moda en su camino?
-A los 16 años, cuando un cazatalentos me paró por la calle para animarme a ser modelo. Hasta que cumplí los 20 estuve vagando de agencia en agencia hasta que me di cuenta de que lo mío no eran las pasarelas (soy un chico normal y mi belleza como verás no da para tanto) sino representar a las modelos. Coincidió además que una vecina mía salió de Miss Costa del Sol Mercedes Ostios y hasta ahora. Al principio me tacharon de niñato, porque me veían joven, pero poco a poco sin prisas he llegado hasta aquí.
-¿La inteligencia está reñida con la belleza? ¿Por qué algunas modelos quedan en evidencia cuando se les hace una pregunta de cultura general en los certámenes?
-A ver, una modelo es modelo, no tiene por qué ser inteligente, si no habría hecho un máster u otra cosa. Aunque una cosa no está reñida con la otra. Tengo a muchas modelos abogadas, médicos… pero también se puede ser guapa sin ser inteligente y ya está. No pasa nada.
-¿La belleza está en el interior?
-Está en el exterior… y también en el interior, pero no nos engañemos: la fachada es muy importante y un señor siempre se va a fijar antes por la calle en una mujer con un buen físico, aunque luego para una vida conjunta mires otras cosas, y el que diga lo contrario miente. Eso sí, se puede ser un ‘pibón’ y tener una talla 44 como dijo, creo, Vicky Martín Berrocal.
-¿Mucho postureo en el mundo que le rodea?
-Disculpa, no se qué significa.
-Eso de aparentar. Presumir de algo, alardear, exhibirse…
-Creo que te he cogido la idea y sí. Hay personas que no son tan guapas ni elegantes y al final se les pilla. Yo soy y luego no son tantos.
-Las medidas perfectas son 90-60-90?
-Pues depende. Tengo chicas con esa medida que nadie las coge y con 100 de cadera que hacen de todo. No son las perfectas para nada.